martes, 11 de septiembre de 2007

Vacaciones I: Rumbo a Andalucía

Comienzo hoy una serie de relatos sobre las, ya lejanas, vacaciones de verano, que este año nos llevaron al país andaluz, cuna de poetas y bandoleros... El primer capítulo, que os resultará, sin duda, bastante coñazo, se basa en las reflexiones que me pasaban por la cabeza durante el viaje de ida. Y es que con algo tengo que rellenar el blog...

El viaje partía de la estación de Tudela, destino Madrid, sobre las ocho y media de la mañana. En un tren Altaria. La primera vez que montaba en un tren semejante. Y es que lo único que conozco de RENFE es esa lata de sardinas, también llamada TALGO, que hace el recorrido Barcelona-Gijón, y al que no tiene nada que envidiar cualquier tren tercermundista, estoy seguro.

El Altaria nos hizo el trayecto bastante cómodo. Sigue, en principio el curso del Ebro, con un brusco giro hacia el sur a la altura de Alagón, dejando la sierra del Moncayo a nuestra derecha. Tras una breve parada cerca de Plasencia de Jalón para adaptarse a la vía de Alta Velocidad, el tren sigue el curso del río Jalón atravesando Calatayud y Medinacelli.

Después de pasar por Guadalajara, entramos ya en la ciudad regional madrileña, con su clásico paisaje industrial-residencial continuo, los aviones llegando continuamente a Barajas, y la cúpula gris de contaminación sobre la ciudad... Siempre que llego a Madrid me pregunto cómo se puede vivir en un sitio así y llego a la misma conclusión: la gente que ha nacido, pongamos por caso, en Moratalaz o Chamberí, pues es lo que ha conocido toda su vida. Para ellos lo raro es el resto... y hay cuatro millones de habitantes sólo en la capital... En fin, un lugar interesante culturalmente y urbanísticamente durante una semana. Luego que se lo queden los madrileños...

Llegamos a la ciudad sobre las once y, lo primero que me llamó la atención, fue que el tren la atraviesa por la superficie. Algo me hacía pensar que, al situarse la estación de Atocha relativamente céntrica, en algún momento habrían soterrado las vías, pero no. Aunque me equivocaba en parte, porque sí que están soterradas, pero de la estación hacia el norte. Y es que el sur de Madrid siempre ha sido la zona pobre, y la barrera de hierro sigue dividiendo a la capital... Pues que sigan votando popular y liberal.

Total, que teníamos billete para el AVE de las doce, lo que nos dejaba algo de tiempo. Tras un croissant con un descafeinado de sobre y un poco de paseo por la estación (tiene un jardín impresionante en medio), nos dirigimos a las vías de alta velocidad. Que son, más o menos, como un aeropuerto, con su zona de embarque, control de maletas por rayos X y todo ese rollo moderno para nuestra “seguridad”. Subimos al tren, cojonudo, claro está, pese a ser billete turista, y nos dispusimos a surcar la submeseta sur y atravesar Sierra Morena hacia la depresión del Guadalquivir, vía Montes de Toledo, Campo de Calatrava, y el valle y la sierra de Alcudia. Llevaba un mapa, claro está, algo imprescindible para mí en cualquier viaje...

Lo curioso del AVE es que va marcando la velocidad en una pantalla, lo que nos produjo bastante distracción en la primera hora del trayecto. El máximo, unos 380 km/h, lo que no es poco... Un aspecto a destacar es el destino que aparece en pantalla: Sevilla Santa Justa, lo que ocasionó chorradas varias por mi parte en referencia a Fiti o Diego y Santiago Serrano, amén del grupo de sus hijos...

RECORRIDO Y GEOGRAFÍA DESCRIPTIVA

Cuando atravesamos los Montes de Toledo y su paisaje me pareció ver, a lo lejos, la Sierra del Chorito, visitada por mí en otros tiempos, y donde se enclava el Parque Nacional de Cabañeros, también llamado el Serengethi Ibérico. Supongo que eran meras imaginaciones, porque tras consultar el mapa veo que la línea del AVE pasa a más de veinte kilómetros de allí. También pasa a unos cincuenta kilómetros de las Lagunas de Ruidera, situadas hacia el este y otro lugar que merece la pena visitar. Todo ello en la provincia de Ciudad Real, para el que esté interesado en ir.

Tras pasar la zona volcánica del Campo de Calatrava y el Valle de Alcudia, plagado de encinas, en lo que dicen algunos que es de las pocas zonas de España que conserva su paisaje vegetal original, llegamos a la provincia de Córdoba y con ella Sierra Morena.

El tópico es imaginarse a Curro Jiménez y los bandoleros a caballo, y la verdad que no me extraña, porque el paisaje invita a ello... Pese a los X-Men en la película del AVE... Una curiosidad geográfica de Sierra Morena es que aparece en el paisaje menos abrupta al norte, en la cara que da a la meseta, que al sur, porque el descenso de altitud es mayor hacia la depresión del Guadalquivir, que entre encinas y campos salpicados de pequeños olivos, se nos iba apareciendo con sus campiñas y relieve aplanado...

Tras una breve parada en Córdoba, que visitaríamos el último día de nuestro periplo andalusí, seguimos hacia Sevilla, final de trayecto. Siguiendo el curso del Guadalquivir, eje de las comunicaciones de la zona, cultivos de regadío y huertos de recreo marcaban el paisaje, llano o suavemente alomado, y nos íbamos acercando a la del color especial, que nos recibiría con 45 grados a la sombra y alguna que otra sorpresa...

Continuará...